(sexta entrada, versión final)
Hoy es el primer día en el campo de entrenamiento en el ejército. ¡No lo puedo creer! Esto es peor de lo que imaginaba. Pude ver tanto dolor y sufrimiento en las caras de los nuevos reclutas, ellos llegaban llorando al lugar, pero no sabían que lo peor aún no comenzaba. Después de una semana noté que el entrenamiento es despiadadamente estricto y complicado, parece ser una prueba de supervivencia. Cada día al despertar, no sabemos si al término de éste, aún seguiremos con vida. Esto es un pretexto más para disminuir el número de la población. Sin embargo solo es para los jóvenes saludables con buena condición física; tal vez, sea por que el Gobierno tiene miedo a que nosotros nos rebelemos en su contra.
Mi hermano está aterrado y exhausto por dicho entrenamiento. No sé si él pueda soportarlo. Ha demostrado fortaleza pero no es suficiente, y no creo que logre resistir por más tiempo. No estamos bien alimentados, somos agredidos y humillados por los mismos soldados que están al mando. No podemos quejarnos, porque aquellos que lo han hecho son golpeados brutalmente y encerrados en celdas de castigo, sin comida ni agua hasta nuevo aviso. Los soldados saben que los prisioneros pueden morir en aquellas celdas, sin en cambio no les interesa ni les importa. Aquellos que fueron encerrados morirán, todo por desafiar la autoridad del Gobierno.
Han pasado tres semanas desde que a mi hermano y a mí nos separaron de nuestros padres. El entrenamiento es agotador y sanguinario. Los jóvenes que nos encontramos atrapados en el campo de entrenamiento aprendimos a convivir y apoyarnos si llegásemos a necesitarlo. He hecho varios amigos, cuyos nombres reales desconozco, solo sus sobrenombres; ellos dicen que sabremos cómo se llamaban cuando veamos sus nombres escritos en las lápidas de sus tumbas ya que todos moriremos en ese infierno. No hay marcha atrás.
Mi hermano escuchó hablar a unos soldados acerca sobre de un examen. Todos los reclutas tenemos que hacer este examen para convertirnos en soldados. Él quedó impactado al escuchar que:” absolutamente, todos los reclutas seremos enviados al campo de entrenamiento donde combatirán a muerte entre ellos mismos, olvidando sus amistades o algún tipo de alianza, hasta escuchar que el supervisor del examen toque la trompeta; la cual indicara qué el examen habrá concluido. Solo los sobrevivientes se graduaran y se titularan como soldados”, esto era lo que comentaban aquellos soldados. Mi hermano piensa que aprobar el examen no serviría de nada, porque aquellos que lo logren, como premio a su esfuerzo, serán enviados inmediatamente al campo de batalla a pelear, nuevamente por sus vidas. El Gobierno tiene el absurdo plan de expandir su territorio. México tratará de invadir los países de Guatemala y Belice, esto implica que el país entrara en guerra. Mi hermano y yo empezaremos a prepararnos para el examen, el cual se llevará a cabo en dos días.
El miedo, la tristeza y el amor serán nuestras armas para poder sobrevivir en esta sangrienta realidad. Mi hermano tiene que vivir, a costa de lo que sea. Para mi es más importante su vida que la mía.
Revisa tus entradas, pues muchas veces repites palabras.
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