lunes, 21 de noviembre de 2011

Solo quiero que vivas

Octava entrada, Versión Final (un final adecuado para una triste historia)


Ha pasado una semana desde el día del examen. Mis heridas aún no por completo, pero eso ya no importa. En estos días nos llevaron a una resistencia militar ubicada en las fronteras del Estado de Chiapas y el país de Belice. Mi hermano y yo no desperdiciamos esos días, pues nos pusimos a entrenar para combatir nuevamente y también  a curar nuestras heridas. Nosotros pertenecemos al pelotón de ataque y mañana debemos estar en buenas condiciones físicas para la batalla. México invadirá a Belice y nosotros iremos al frente. Creo que disfrutaré mi última cena, pues mañana cenaré en el Hades.


Minutos después de la media noche los oficiales nos despertaron a todos. Nos levantamos inmediatamente, nos pusimos el uniforme y fuimos a que nos entregaran nuestras armas. Todos  estábamos listos para la batalla aunque teníamos miedo de morir por razones absurdas.


Los oficiales al mando dieron la orden de dar inicio a la masacre.  Mataríamos  a todos los que se interpusieran en nuestro camino. Nuestros adversarios  tenían la guardia baja, lo cual nos permitió infiltrarnos fácilmente y tomar el control de la batalla. Nuestro pelotón mataba a: mujeres, ancianos y niños. Ellos no habían cometido ningún crimen, por lo tanto no merecían morir.


Durante  la batalla no me separe ni un solo instante de mi hermano.  No quería que le sucediera algo malo. Sentía tanto dolor cuando veía su rostro. Él mostraba fortaleza y coraje, pero la tristeza y el dolor se notaba en sus ojos. Él dijo: “Somos basura humana. Estas personas, a diferencia de nuestros adversarios -quienes pueden defenderse-  están desamparadas, son inofensivas y aun así los matamos sin piedad alguna. Estos niños pueden tener la edad de nuestros pequeños hermanos”. Me  puse a pensar por un momento. Estaba totalmente de acuerdo con él. Entendí que esto era inevitable, así que continúe, pues no teníamos otra opción.


Instantes después,  una granada explotó muy cerca de nosotros, cuyo impacto nos  derribó  a ambos. Nos dejó mal heridos pero aún podíamos ponernos de pie. Una nube de polvo no me permitía ver claramente. Alcance a ver  a seis soldados quienes se aproximaban a mi hermano. Lo iban a matar. Inmediatamente interviene, aunque estaba herido me disponía a salvarlo. “Nos superan en número. No tenemos oportunidad”, dijo él. Yo pude matar  a dos de ellos. Les disparé directamente a la cabeza. Se me agotaron  las municiones en aquellos disparos los cuales fueron los últimos. Restaban cuatro soldados más, quienes solo estaban armados con dagas muy grandes. Cuando tuve la oportunidad, -en un momento de distracción-,  le corté el cuello a otro. Mi hermano mató inmediatamente a un soldado  con solo dos disparos, los cuales también eran los últimos que le quedaban. Uno de ellos trató de perforarle el corazón -con una daga-,  la cual no pudo herirlo porque yo me interpuse entre ellos. Aquél soldado me perforó un riñón, pero no fue en vano, porque lo sujeté y no lo deje escapar. Mi hermano aprovechó dicha oportunidad y le cortó la cabeza. Él estaba enfurecido y lanzó una granada al último soldado que quedaba. Esté logra esquivarla pero la explosión alcanza sus piernas y las destroza, por lo cual él ya no pudo levantarse. Aquél soldado sorpresivamente saca una pistola –que encontró entre los cuerpos de los soldados muertos que amortiguaron su caída- y apunta a mi hermano.  Él disparo dos veces, cuyos disparos no lo lastimaron . Logré evitar que lo hirieran. Recibí los dos disparos: uno en mi columna y el otro en mi pulmón derecho. Inmediatamente caí al suelo. Mi hermano lleno de irá atacó a aquél soldado que me disparó. Con un cuchillo – que sacó de su bota- , lo mató perforándole el corazón.

Mi hermano corrió a auxiliarme, me abrazó y me dijo: “Resiste hermano. No me dejes solo, no me puedes hacer esto. Tenemos que regresar a casa juntos” y yo conteste: “Perdóname hermano, no sabes cuánto  anhelaba regresar a casa y estar al lado de  mis seres queridos. Estoy a punto de morir. No le pude decir a Selene –mi novia- , que la amaba profundamente. Su felicidad era una razón más para sonreír. Que tristeza, hubiese querido morir en sus brazos y sentir por última vez sus dulces labios en un profundo beso suyo como aquellos que solía regalarme en los atardeceres cuando paseábamos en el parque. Un beso donde los labios callan y el corazón habla. Solo así moriría feliz. Dile que la amo. Ella y mi familia fueron lo más importante para mí, fueron  la razón de mí existir. Prométeme que se los dirás personalmente”, él dijo: “Te lo prometo hermano” y yo dije: “Espero mi muerte no sea en vano. Lucha por tu vida. La guerra causa muerte, heridas y dolor a ambas partes. La guerra es… un odio insoportable, muertes sin sentido y un dolor que no tiene cura. Quiero partir de este mundo teniendo la esperanza de que esto llagara a su fin, que las personas se entenderán unas con otras, pues la paz llegará algún día. No me rendí  en ningún momento  porque yo solo tenía un objetivo y aún lo tengo. Yo solo quiero que vivas”. Él se quedó pensando y no dijo nada. Mis labios dejaron de hablar, mis ojos perdían su luz y la vista se me nublaba,  mis pensamientos se desvanecen; mi vida ha concluido.  

viernes, 11 de noviembre de 2011

Una noche de reflexión

(Séptima entrada, versión final)

Hoy viernes, fue el día del examen. No nos dieron armas de fuego para combatir. Solo nos proveyeron picahielos, navajas,  grandes cuchillos  y cadenas. Tuvimos que pelear con habilidad, inteligencia y brutalidad para acabar con nuestros adversarios. No sé si es alegría o dolor lo que siento. Estoy tan feliz porque mi hermano y yo logramos aprobar el examen, pero yo me pregunto ¿A costa de qué?... Matamos a aquéllos que alguna vez fueron nuestros amigos, con quienes vivimos buenas y malas experiencias. Me siento fatal por lo sucedido pero no me arrepiento: no tuve opción entre ayudar y salvar a mi hermano o enfrentar a nuestros amigos, a quienes varias veces extendieron su mano para brindarnos su ayuda en momentos críticos.  Hubiese querido una tercera opción; lo lamento mucho.

Un amigo trato de asesinar a mi hermano cuya acción provocó que yo le quitara la vida. Él se acercó violentamente a mi hermano; lo hizo con cautela para sorprenderlo y derribarlo, cuando lo tenía en el suelo, levantó su mano, miró al cielo y dijo: -lo lamento Manuel-, inmediatamente intervine, tomándolo por el cuello y con una daga, que me habían prestado anteriormente los oficiales, le perforé un pulmón y le dije: –perdóname a mí, estimado amigo- después la saqué y volví a incrustar la daga, pero esta vez en su corazón. Poco después me levanté y aconsejé a mi hermano que tuviera más cuidado.
A lo largo del enfrentamiento muchos reclutas caían muertos. Solo quedábamos aproximadamente 80 jóvenes de 500. Los oficiales analizaron la situación,  entonces decidieron tocar la trompeta y  dar fin a la masacre. El número de reclutas disminuyo drásticamente, lo cual indicaba que serían pocos soldados los que irían al campo de batalla a pelear nuevamente y morir en él.

Lo sucedido en el campo de entrenamiento fue sanguinario e inhumano. Observé como fluía la sangre inocente de mis camaradas caídos. El lugar donde se llevó acabo el examen adquirió una tonalidad rojiza, y aún se podía sentir la calidez de las almas de mis compañeros. Los gritos no faltaron; muchos pedían piedad, incluso había quienes sufrían demasiado y pedían su propia muerte. Nadie acudió a ayudarlos. Me sentí inútil y me dije a mi mismo - soy un mal agradecido, pero es mejor perder mi honor, que perder a mi hermano-. No me separe de mi hermano en ningún momento, ya que yo solo tenía un objetivo: protegerlo. Aún a costa de mi propia vida. Él y yo demostramos determinación y habilidad en dicho combate, pero considero que nadie salió victorioso; solo regalamos un gran espectáculo a los oficiales que están al mando, quiénes se regocijaban de alegría al ver como asesinábamos, y eran asesinados nuestros amigos, quienes al igual que nosotros también eran víctimas y no tenían culpa alguna.

El sol se oculta y empieza a obscurecer. El cielo refleja tristeza y melancolía porque también lamenta lo sucedido. Lo peor está por venir. En una semana nos enviaran al campo de batalla en contra de las tropas de Guatemala. Esto indica que solo nos queda una semana de vida, lo cual provoca un vacío en mi corazón, porque tal vez muera y no podré despedirme de mis seres queridos. Jamás regresare a casa.

lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Entrenar y matar para sobrevivir?

(sexta entrada, versión final)

Hoy es el primer día en el campo de entrenamiento en el ejército. ¡No lo puedo creer! Esto es peor de lo que imaginaba. Pude ver tanto dolor y sufrimiento en las caras de los nuevos reclutas, ellos llegaban llorando al lugar, pero no sabían que lo peor aún no comenzaba. Después de una semana  noté que el entrenamiento es despiadadamente estricto y complicado, parece ser una prueba de supervivencia. Cada día al despertar, no sabemos si al término de éste, aún seguiremos con vida. Esto es un pretexto más para disminuir el número de la población. Sin embargo solo es para  los jóvenes saludables  con buena condición física; tal vez, sea  por que el Gobierno tiene miedo a que nosotros  nos rebelemos en su contra. 

Mi hermano está aterrado y exhausto por dicho entrenamiento.  No sé si él pueda soportarlo. Ha demostrado fortaleza pero no es suficiente, y no creo que logre resistir por más tiempo. No estamos bien alimentados, somos agredidos y humillados por los mismos soldados que están al mando. No podemos quejarnos, porque aquellos que lo han hecho son golpeados brutalmente y encerrados en celdas de castigo, sin comida ni agua hasta nuevo aviso. Los soldados saben que los prisioneros  pueden morir  en aquellas celdas, sin en cambio no les interesa ni les importa. Aquellos que fueron encerrados morirán,  todo por desafiar  la autoridad del Gobierno.

Han pasado tres semanas desde que a mi hermano y a mí nos separaron de nuestros padres. El entrenamiento es agotador y sanguinario. Los jóvenes que nos encontramos atrapados en el campo de entrenamiento aprendimos a convivir y apoyarnos si llegásemos a necesitarlo. He hecho varios amigos, cuyos nombres reales desconozco, solo sus sobrenombres; ellos dicen que sabremos cómo se llamaban cuando veamos sus nombres  escritos en las lápidas de sus tumbas ya que todos moriremos en ese infierno. No hay marcha atrás.

Mi hermano escuchó hablar a unos soldados acerca sobre de un examen.  Todos los reclutas tenemos que hacer este examen para convertirnos en soldados. Él quedó  impactado al escuchar que:” absolutamente, todos  los  reclutas seremos enviados al campo de entrenamiento donde combatirán a muerte entre ellos mismos, olvidando sus amistades  o algún tipo de alianza,  hasta escuchar que el supervisor del examen toque la  trompeta;  la cual indicara qué el examen habrá concluido. Solo  los sobrevivientes se graduaran y se titularan como soldados”, esto era lo que comentaban aquellos soldados. Mi hermano piensa que aprobar el examen no serviría de nada, porque aquellos  que lo  logren, como premio a su esfuerzo, serán enviados inmediatamente al campo de batalla a pelear, nuevamente por sus vidas. El Gobierno tiene el absurdo plan de expandir su territorio. México  tratará de  invadir  los países de  Guatemala y Belice, esto implica que el país entrara en guerra. Mi hermano y yo empezaremos a prepararnos para el examen, el cual se llevará a cabo en dos días.

El miedo, la tristeza y el amor serán nuestras armas para poder  sobrevivir en esta sangrienta realidad. Mi hermano tiene que vivir, a costa de lo que sea. Para mi es más importante su vida que la mía.


domingo, 30 de octubre de 2011

¡Adiós! Padres y hermanos

( version final 5ª entrada)
En toda la noche no pude dormir  porque no tenía sueño, solo preocupación. Estaba tan triste por lo que  iba a suceder hoy al amanecer, pero entendí que no había nada que yo pudiera hacer y lo único que me quedaba era recordar los momentos muy felices que viví al lado de mi familia los cuales jamás se volverían a repetir. 

Hoy al amanecer, cuatro soldados llegaron al alberge, donde  vivíamos (temporalmente). Ellos exigieron que mi hermano y yo nos despidiéramos de nuestra familia para acompañarnos  al campo de entrenamiento, y enlistarnos en el ejército. Mi madre comenzó a llorar amargamente al igual que mi padre, quien lleno de coraje e irá se opuso al mandato de aquellos soldados y sin pensarlo se lanzó sobre uno de ellos y comenzó  a golpearlo; los otros tres soldados no dejaron que continuara sujetando fuerte a mi papa y golpeándolo  brutalmente sin piedad hasta dejarlo casi inconsciente y empapado en sangre. Mi hermano y yo  tratamos de evitar la golpiza, pero al intervenir también  fuimos agredidos por los despiadados solados, pedí clemencia y piedad y acepte recibir el castigo en lugar de mi padre y soldados sonrieron y dijeron –jajaja basta con el castigo que han recibido tu padre tu hermano y tú no necesitamos matarlos para estar satisfechos, nosotros al igual que ustedes también somos víctimas en esto-  lo cual me dejó pensativo, pero mejor me  quedé callado.
Pude observar como mis padres lloraban demasiado porque nos alejaríamos de ellos. Mis hermanitos no  sabían que tal vez nunca nos volverían a ver, pero mi hermano y yo también llorábamos lágrimas de sangre pues ya nunca volveríamos a ver a nuestros padres y hermanos; nosotros anhelábamos  estar a su lado por mucho más tiempo, ver  crecer a mis hermanitos  y también casarse, que mis padres jugaran con sus nietos, y se llevaran bien las esposas de sus hijos y el esposo de su hija; son  ilusiones que siempre vivieron en mi corazón pero mueren en esta triste realidad. Mi pequeña hermanita me preguntó-¿volverán muy pronto para que jueguen con nosotros verdad hermano?- y yo respondí tristemente-claro hermanita volveremos muy pronto no te preocupes pronto seremos la familia que antes solíamos ser- ella no sabía que le estaba mintiendo, pero pude observar que sus ojos se llenaban de alegría al escuchar lo que le dije y sentí algo de tranquilidad.

 Abrasé muy fuerte a mis padres y a mis pequeños hermanos por última vez. Los soldados al ver el dolor y sufrimiento que teníamos no se opusieron a la despedida, pero después nos dijeron que ya era hora de marcharse; nosotros no podíamos evitarlo así que dijimos adiós a nuestros seres queridos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Lagrimas del corazón

(versión final 4° entrada)

Las familias católicas se estremecieron al escuchar que se promulgo una nueva ley. Esta ordena que a partir de los seis años de edad, se les obligara a hombres (viejos o débiles) y mujeres a realizar trabajos forzados (esclavitud); pero a los hombres (jóvenes y fuertes) de seis a 21 años de edad serán  obligados a reclutarse en el ejército donde entrenaran y trabajaran  para servir a su Nación, e inmediatamente serán enviados  al campo de batalla.

Nosotros los jóvenes católicos no tenemos derecho a estudiar y se nos obligara a reclutarnos en el ejército. Estamos marcados con la frazada en nuestra frente con el símbolo de la cruz; lo cual quiere decir que nuestro destino esta sellado por el Gobierno y sus absurdas leyes. Nuestros padres serán esclavizados,  y maltratados por personas despiadadas; mis padres aun no aceptan la idea de que deje de estudiar la Universidad, tampoco yo, pero no podemos hacer nada para detener esta atrocidad.


Ayer, después de tanta preocupación pude ver a mi novia aunque solo fue por un instante. Observé que se encontraba atemorizada, nerviosa, triste y muy agotada pero lo que importa es que aún se encuentra con vida; lo cual me hizo muy feliz por un instante, incluso lloré de felicidad al ver que mis seres queridos aún se encontraban con vida. Esta felicidad no duro mucho tiempo, puesto que al día siguiente seria separado de mis padres al igual que miles de niños y adolescentes en el país;  mis padres comenzaron a llorar amargamente porque sabían que tal vez jamás volveríamos a su lado. Mi hermano Manuel de  17 años me abrazo y dijo-hermano no quiero formar parte del ejército y mucho menos quiero ser enviado al campo de batalla y morir en él, yo quiero estar junto a mis padres y mis hermanos, ¡hermano as que esto no suceda! Por favor- e inmediatamente comenzó a llorar, al verlos sufrir no pude contenerme y tambien empecé a llorar; no supe que decir, porque obviamente no podía hacer nada para que eso no llegase a suceder y solo del dije-no te preocupes hermano, papá y mamá al igual que nuestros pequeños hermanos estarán bien porque dios cuidara de ellos, además yo siempre estaré contigo y no dejare que nada malo te pase- mi hermano no dejo de llorar pero se tranquilizó un poco.

Al parecer esta noche no podré dormir por la tristeza que hay en mi corazón. ¡Maldición! ¿Porque nos está pasando esto a nosotros? No quiero que mis seres queridos conozcan el dolor y sufran por él.

domingo, 16 de octubre de 2011

¿Qué seguirá depués?

(Versión final 3° entrada)


No había escrito hasta ahora a causa del  pánico y miedo que se vive últimamente. Han pasado 6 días desde mi última narración; el  terror que se vive en todo el país es inimaginable. El Gobierno ha despojado a las clases sociales (baja y media) de sus propiedades y pertenencias, por ejemplo: le arrebato tierras de cultivo a los campesinos; y las personas como mi familia han sido desalojados  de sus hogares.

  Esta es una situación crítica, delicada e injusta. Cuando a las personas les quitaban sus pertenecias, ellos gritaban: los católicos también somos personas  y por lo tanto debemos ser tratados como personas, no como animales sin embargo a los soldados no les importaban lo que estaban gritando, ellos seguían cumpliendo las órdenes que les habían asignado, sin mostrar clemencia. Pero, esto no es nada, porque  las personas: homosexuales y discapacitadas o con algún síndrome serán ejecutadas la próxima semana, ya que el Gobierno así lo ha ordenado. ­-Esto es inaudito y totalmente repulsivo; no puedo creer que el Gobierno ordene que se lleve a cabo tal atrocidad-  dijeron  los  locutores en la radio; al enterarse de lo comunicado, el Gobierno ha prohibido la libertad de expresión, por ejemplo: la radio, la televisión y el periódico. En la radio se explicaba por qué las personas serían ejecutadas. El motivo es que: el Gobierno considera a estas personas como una vergüenza para la Nación, son culpables de la crisis del país, que no puede  progresar, además de infectar a la sociedad y las personas con capacidades diferentes son un estorbo para la Nación; esto es una terrible noticia para aquellas personas, no puedo imaginar el dolor que sienten ellos y sus seres queridos. ¡Maldito Gobierno!  ¿Qué es lo que pretende? ¿Acaso piensa acabar con la gente de este país lentamente, poniendo cualquier excusa absurda?

    No sé qué hacer, estamos totalmente acorralados; el pánico está en todas partes. Lo único bueno es que, aún estoy junto a mi familia; oí que algunos amigos piensan en huir  escapar de esta cruel realidad pero desafortunadamente no contamos con los recursos necesarios para poder hacerlo. ¡Maldición! ¿Qué es lo que haremos?  Estoy confundido y asustado, no quiero que les suceda algo malo a mis seres queridos. No eh visto a mi novia y no he podido localizarla, no sé  en dónde se encuentre ahora, no sé si está bien; no eh tenido la fortuna de abrazarla ni hablar con ella, en más de una semana; quisiera estar con ella en este momento y juntos hacer salir y escapar de esta realidad. Quisiera saber ¿cuáles son las verdaderas intenciones del Gobierno? por lo menos quisiera saber si sufriremos el mismo destino que las personas homosexuales y discapacitadas; si eso llegara a suceder tendré que pensar en algún plan para salir inmediatamente de este infierno.

domingo, 9 de octubre de 2011

Discriminación e injusticia

(Versión final 2° entrada)

Hoy observé demasiada injusticia en el camino hacia la Universidad. Los católicos pagaban más pasaje, que las personas de otra religión o soldados que se encontraban distribuidos en el D.F. Entonces le dije al chofer: Yo soy católico y  estudiante;  y él contesto: tienes que pagar el doble entonces  protesté: eso es injusto,  él dijo que si tenía algo más que decir, se lo dijera a los soldados que estaban  atrás de mí; entonces  me asusté por un momento pero después decidí pagar y no decir nada más.
Mientras viajaba en el autobús  con rumbo a la universidad;  escuché en la radio que él Gobierno acababa de anunciar un absurdo decreto que  consistía en  que: todos los católicos deben de tener una frazada en la frente, con el símbolo de una cruz, para diferenciarse de las personas de raza pura o de las autoridades.

 Al parecer, el Gobierno es muy selectivo con sus propios subordinados. En el ejército los soldados católicos son discriminados y maltratados física y psicológicamente y solo serán considerados  como parte de la Nación cuando  renuncien a su religión e ideales y juran lealtad al Congreso y al Presidente (ellos tienen el privilegio de poder cambiar su religión e  ideales,  por qué son parte del ejército y si son expulsados de él, entonces  el Gobierno  no contara con soldados suficientes para someter a la población).

Después de todo esto, logré llegar a la Universidad. Me paré frente a ella y quedé sorprendido; observé la situación y sentí miedo, por lo cual decidí regresarme a mi casa, donde me sentiría más seguro, por lo menos hasta que la situación se tranquilice un poco. Me pude dar cuenta de que algunos alumnos sentían lo mismo y también decidieron regresar  a su casa. Observé que en cada puerta de la Universidad había soldados; quienes intimidaban y menospreciaban a los alumnos y algunos católicos que pasaban por allí, porque nos miraban como si fuéramos criminales.

Al regresar a mi casa hablé de lo sucedido con  mis padres. Les aconsejé  que no llevaran a mis hermanos a la escuela. Yo les dije: es mejor esperar a que la situación se tranquilice un poco y estuvieron de acuerdo, también creían  que era lo mejor que podíamos hacer. Mi papá no fue a trabajar hoy, porqué  la fábrica va estará  cerrada hasta nuevo aviso, soló para aquellos que son  católicos. El Gobierno trata de presionarnos y acorralarnos para someternos  a su autoridad, es lo que dice mi Papá; desconozco qué pasara mañana, por lo tanto me quedare en casa con mi familia y pensaré en que voy a hacer para sobrevivir a este absurdo e injusto acontecimiento.

jueves, 6 de octubre de 2011

Preocupacion, miedo y dolor

(Versión final)

Hoy en la mañana estaba desayunando, cuando escuche una terrible noticia en la radio. Al escucharla, empecé a sentir una gran preocupación y miedo, pues ahora desconozco que nos pasara en los próximos años, meses o incluso días.


  Esta noticia es terrible e injusta, porque ahora resulta que el Congreso y el Presidente de la República, aprobaron las leyes de pureza racial, que sin duda alguna, tendrán consecuencias catastróficas. Ya había sucedido  este tipo de atrocidad. Hace algunas décadas, sucedió en Alemania cuando Hitler promulgó las leyes de Núremberg o leyes de pureza racial  entre los años de 1833 y 1838. Pero los tiempos cambian, la terrible tragedia que vivieron miles de judíos en Alemania, durante la dictadura de Hitler, ahora miles de mexicanos la viviremos. El Gobierno considera que los católicos que son profesionistas, obreros o estudiantes de cualquier clase social, son una raza inferior que ha impedido el desarrollo y progreso de la nación. Esto es exactamente lo que argumentaba Hitler y los nazis y lo utilizaron como pretexto, para acabar con los judíos.


  Me niego  a  creer, que esto esté pasando. Empiezo  a imaginar qué pasará con mi familia, mis amigos, mis seres queridos; esto es una pesadilla pero lo peor es, qué aún no ha empezado. El miedo va creciendo cada vez más; por qué el ejército empezara a distribuirse por todo el país. En las escuelas, los profesores considerados de raza superior (aria), tienen la autorización de examinar físicamente a niños y niñas. Ellos determinarán que niños o niñas pertenecen a la raza superior; como sucedió en Alemania. Esto implica que serán discriminados por los otros niños del colegio, incluyendo profesores.


  Mi hermana menor se llama Mariana; ella está estudiando en la primaria del pueblo, no quiero que sea discriminada y tampoco  maltratada,  por no ser de raza pura, ella tiene 7 años de edad. A su corta edad conocerá que es el sufrimiento al igual que Ángel, mi hermano de 4 años de edad, y miles de niños inocentes sufrirán de discriminación y racismo en todo el país. Con esta serie de sucesos, creo que entenderé  la desesperación y el dolor que sintieron  los judíos en Alemania. Me pregunto ¿Cómo es que un Gobierno democrático, se convierta en una dictadura totalitaria? Aun no tengo la respuesta, pero sé qué es el inicio de un doloroso y cruel futuro, para miles de personas como mi familia y como yo.


   Me iré a dormir, pero tengo que pensar  en ¿qué vamos a hacer?, ¿qué es lo que voy a hacer?,  para sobrevivir a este horrible acontecimiento, pero confieso qué desconozco lo que me pasara mañana, en el camino a la Universidad y como seré tratado en ella o qué cambiaran. Me niego a aceptar, esta terrible realidad, no puedo creer que  nuestros días estén contados.